Sin fricción ni esfuerzo:
La ventana debe abrir y cerrar con suavidad y sin atascos. Si sientes que raspa, se traba o necesitas hacer mucha fuerza, es probable que haya un problema con los rieles, las ruedas o la alineación.
Limpieza de rieles:
Asegúrate de que los rieles estén libres de suciedad, polvo u objetos pequeños. Estos pueden impedir el deslizamiento suave y el cierre completo. Aspíralos y límpialos regularmente.
Revisa las ruedas o rodamientos:
Si tu ventana se siente pesada o hace ruido al deslizar, las ruedas o rodamientos podrían estar sucios, desgastados o dañados. Si están muy desgastados, deberán ser reemplazados.
Cierre uniforme:
Al cerrar la ventana, observa que se ajuste de manera pareja y sin espacios a lo largo de todo el marco. No debe quedar ninguna rendija visible.
Prueba de la luz:
En un día soleado, cierra la ventana y apaga las luces interiores. Si ves líneas de luz entrando por algún punto del perímetro, significa que hay una fuga y la hermeticidad no es completa.